lunes, 15 de junio de 2009

futuro del periodismo

Periodismo y globalización

Por Daniel Peláez Carmona

El proceso de globalización en el que se debate la humanidad desde la última década del siglo pasado, ha trastocado todas las áreas de la sociedad. Este proceso caracterizado principalmente por la mundialización de la economía capitalista y que ha vuelto a poner en boga conceptos como el de liberalismo económico absoluto, es decir, en que se deje el camino abierto, sin ningún obstáculo o taxativa a la libre empresa, y se termine con cualquier vestigio de participación del Estado en la economía; en el que se ponga fin a las fronteras nacionales y se deje el camino libre al paso de las mercancías de cualquier país hacia el resto de las naciones.
Este proceso que al mimo tiempo, como causa y efecto se ha caracterizado por una revolución tecnológica principalmente en el campo de la información y las telecomunicaciones, con la aparición y desarrollo de la telaraña mundial informativa, el Internet; el de la consolidación de las formas digitales de comunicación y que han generado un vertiginoso y radical cambio en las formas y contenidos de la comunicación y la información.
Ambos procesos han generado cambios muy importantes en los ámbitos políticos, culturales, educativos, científicos, y hasta en la vida cotidiana de las personas en cada rincón del planeta. Decía Eduardo Galeano en su libro de Las Venas Abiertas de América Latina, que, pese a que los brasileños o los colombianos eran de los principales productores de café, en Wall Street se decidía el destino y hasta el matrimonio de cada uno de los productores cafetaleros, porque allá se determinaban las fluctuaciones en los precios que determinaban las condiciones de vida de quienes vivían de ese cultivo.
Hoy, más que nunca esa verdad se está haciendo más universal, pues la economía mundial está gobernada en las principales metrópolis de los países altamente desarrollados.
Esta tan llevada y traída globalización, que aunque no la conozcamos y contra nuestra voluntad nos afecta, ha llevado a un grupo de intelectuales a plantear que el periodismo se encuentra en crisis e incluso a un paso de su muerte.
En su trabajo ¿Crisis del periodismo?. Fin del periodismo, el comunicador boliviano César Rojas Ríos señala que en un trabajo suyo publicado en el semanario Pulso. El título era tajante: “Fin del periodismo”; por tanto, “anunciaba su muerte, su entierro, y tanto es así, que inclusive veo saliendo de su tumba los gusanos”.
Y entre los argumentos que sostienen su tesis se encuentran los siguientes: Primero, “Si ayer el periodismo trató de salir a flote de la marea ideológica que inundó nuestra sociedad; hoy decididamente naufraga en el océano de lo comercial y lo político. El dinero y el poder son los nuevos amos y, entonces, el periodismo se convierte en una dactilógrafa con formación académica: escribe al dictado sin preguntar”.
Segundo, ”el periodista ha sido sustituido por el gestor o el ejecutivo que hoy trabaja en comunicaciones y mañana en la siderurgia. En el mejor de los casos es una empresa de entretenimiento movida por la comercialidad; de hecho, el peso de las empresas informativas en los macrogrupos de la comunicación y el entretenimiento tienen cada vez menor relevancia. Por consiguiente, el contenido informativo en estas industrias no viene ya definido por los editores o los periodistas, sino por ejecutivos que, con estudios de mercado en la mano, definen lo que el público responde a unos encuestadores y lo que los anunciantes esperan de ‘su medios’.”
En tercer lugar señala, “las únicas noticias libres del pecado original de la manipulación son aquellas que no importan ni afectan a nadie. A partir de aquí en adelante la libertad y la independencia quedan restringidas. Y citando al profesor Ted. J. Smith III de la Universidad de la Comunidad de Naciones de Virginia, dice que “los periodistas, en cuanto críticos sociales y políticos, no desempeña correctamente la labor encomendada a causa de carencias estructurales en estos cuatro aspectos: 1) el ejercicio periodístico es básicamente una actividad de escaso rigor intelectual y con marcada tendencia a la simplificación; 2) los periodistas suelen carecer de conocimientos técnicos adecuados para la mayor parte de las cuestiones complejas de la vida actual; 3) el trabajo periodístico se ejecuta sin la reflexión y el sosiego que son deseables en una adecuada labor crítica; 4) es evidente la falta de una actitud juiciosa y equilibrada en la mayor parte de los periodistas, que renuncian a hacer un balance de los datos positivos y negativos para reducirse únicamente a una esquemática y simplificadora enumeración de defectos aparentes sin analizar las causas” .
Y termina señalando que “las salidas ante este ocaso y fin del periodismo son: a) seguir en el periodismo (que no es lo mismo que hacer periodismo) a costa del periodismo; b) querer ejercer el verdadero periodismo y terminar siendo un outsider: un marginal e indeseable; o c) un camino ya recorrido y subyugante: aprovecharse del periodismo para hacer cualquier otra cosa menos periodismo. Lo que significa es que el periodismo serio, amante de la verdad de los hechos sobre los que informa y apasionado por el buen estilo de redacción, habrá llegado a su fin. Y que otro “periodismo” será el que se pavonee y se encumbre”.
Este sombrío panorama que de acuerdo con esta corriente afiliada a los agoreros del fin, como Francis Fukuyama, que predijo el de la historia, se cierne sobre el ejercicio periodístico tiene un mucho de verdad en cuanto señala condiciones objetivas de una realidad que nos aqueja a quienes nos desempeñamos dentro de la profesión, pero que no podemos compartir, porque podemos contribuir a que su fin no sea inevitable y a rescatar los valores intrínsecos y que le dieron origen a la profesión, desde el nacimiento mismo de la lucha por los derechos del hombre, en que se reivindicó la libertad de expresión como uno de ellos, allá en la Revolución Francesa y que en forma tan sublime enalteció Jean Paul Marat.
Coincido más con la posición de quienes consideran que ante la vorágine mercantilista que nos amenaza, la mayor profesionalización, la preparación cultural e intelectual amplia, el conocimiento profundo y manejo correcto del idioma, la profundización de la lectura, el conocimiento y manejo de las tecnologías y una mayor especialización; así como la vuelta al rescate de los valores deontológicos, a sujetarse a la verdad y una mayor acuciosidad e investigación, ayudarán a dignificar más la profesión y pueden ser las armas que nos ayuden a salir airosos de la crisis. Aunque esto será motivo de una futura colaboración.

Publicado en el Comentario el 15 de junio de 2005
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