jueves, 7 de enero de 2010

Historia-4

Mejorar la educación

Por Daniel Peláez Carmona


Hace unos días con motivo de una invitación que me hicieron mis alumnos a un programa de radio en la llamada Hora Permitida en la estación de la Universidad de Colima Universo FM, de la que son responsables de su producción y conducción, y como se iba a tratar el tema de la pérdida de los valores patrios por parte de los mexicanos, llevé a cabo un ejercicio a través de un cuestionario con un grupo de jóvenes estudiantes del nivel superior.
El ejercicio consistía en medir el conocimiento que los muchachos tienen de los personajes y las fechas relacionadas con la Independencia de México. Los resultados son verdaderamente alarmantes, porque ponen de manifiesto el gran desconocimiento que existe por parte de nuestra juventud, y no estamos hablando de quienes no han ido a la escuela o quienes tienen niveles elementales de estudios, sino de quienes ya han transcurrido cuando menos 12 años –sin contar el preescolar- de estancia en las aulas, donde han recibido información y formación propedéutica y que tiene que ver con áreas elementales del conocimiento, entre ellas la de Historia de México.
La mayoría de los muchachos que respondieron el cuestionario tiene conocimiento de que el inicio de la lucha por la Independencia fue el 16 de septiembre; que el iniciador de la misma y llamado Padre de la Patria fue don Miguel Hidalgo y Costilla y que la Corregidora de Querétaro se llamaba Josefa Ortiz de Domínguez. Pero de ahí, la inmensa mayoría manifestó no conocer ni siquiera el nombre de José María Morelos, Vicente Guerrero, Ignacio Allende, Ignacio Aldama; También una absoluta mayoría desconoce que la consumación de la Independencia la llevaron a cabo Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide y que fue el 27 de septiembre de 1821. Hay quienes incluso confunden los acontecimientos relacionados con la Independencia de México con los de la guerra con Estados Unidos, en la que participaron los Niños Héroes y hasta con los de la Revolución Mexicana que fueron un siglo después, en 1910.
En el mismo programa en el que participé, los conductores hicieron alusión a que un compañero hizo otro ejercicio consistente en presentar a los ojos de niños quinto y sexto de primaria la imagen del cura Hidalgo y por otra, la de el “hombre araña”; de 25 niños entrevistados , sólo uno respondió acertadamente que se trataba del héroe de la independencia, pero la totalidad de inmediato identificó a spiderman, además la respuesta era así, en inglés.
La situación lamentable que comento respecto al conocimiento que nuestros niños y jóvenes tienen de la historia de México ponen en entredicho no sólo el nivel educativo que han alcanzado nuestros escolares, sino también la preocupación que las familias ponen en la formación de los hijos para estar pendientes de los conocimientos que están adquiriendo; demuestra el poder y la influencia que tienen los medios masivos de comunicación para incrustar en la mente de los potenciales clientes, las imágenes de personajes que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia, pero que sí son un gran negocio para las distintas empresas que las promueven.
Pero lo más grave es que se pone en entredicho también la enseñanza que se imparte en el sistema educativo nacional, que como ya se ha publicado y se ha referido en incontables ocasiones en los medios, no nos ha dejado bien parados en las evaluaciones que se han realizado a nivel internacional.
Por eso, cuando en alguna de mis colaboraciones señalaba que hasta qué punto las celebraciones realizadas en estas fechas de septiembre, que parecieran que muestran un alto nivel de nacionalismo o de patriotismo entre los mexicanos, sólo es producto de, por un lado las celebraciones oficiales que nos obligan a asistir a los actos; y la propaganda que incita a la celebración, pero más ligada al consumo que a la conciencia de un acto de nacionalismo arraigado.
No se puede amar lo que no se conoce, no se puede tener un nacionalismo o un patriotismo arraigado, cuando no conocemos nuestras raíces, nuestra historia, nuestros orígenes. Por eso, es hora, sí, de una profunda reflexión acerca de cómo se está enseñando la historia en las aulas de todos los niveles en donde los programas están establecidos, para reorientar el rumbo y lograr que nuestros estudiantes amen a su país, a su patria, pero con la convicción que da el conocimiento profundo de su desarrollo a lo largo del tiempo.

Publicado el 28 de septiembre de 2005

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Marx, más vivo que nunca
Por Daniel Peláez Carmona


Hace apenas unas semanas, el 25 de mayo para ser exacto, escribí en estas mismas páginas una colaboración a la que titulé “La vigencia de Carlos Marx”, porque aunque no me considero un conocedor de la obra del gran pensador alemán, sí soy partidario de que su método de análisis de la sociedad sigue aportando los elementos necesarios, científicos para entenderla y transformarla y que pese a los intentos por enterrar sus ideas, su pensamiento, sus análisis y toda su obra, por parte de los poderosos de este planeta, el materialismo dialéctico e histórico, sigue siendo una teoría revolucionaria que bien nos ayuda a entender lo que pasa en este mundo tan convulsionado.
Pese a que el fracaso del socialismo en la Unión Soviética y en Europa Oriental, llevó a muchos intelectuales de los llamados de izquierda a abdicar de la teoría marxista y se refugiaron en el eclecticismo de las teorías propuestas por los filósofos occidentales, sé que ha habido un pequeño grupo de hombres pensantes que no la abandonaron y que, por el contrario, a la luz del propio marxismo han intentado explicar el caos que vive el mundo y no han abdicado de sus convicciones marxistas. Ejemplos de esto que menciono está el del filósofo mexicano Adolfo Sánchez Vázquez, el del historiador inglés Eric Hobsbawm por mencionar algunos de los más significativos.
Hace unos días, la Radio 4 de la BBC -red cultural y de noticias- de Londres Inglaterra realizó una encuesta, cuyos resultados son la confirmación de que Carlos Marx está más vivo que nunca.
Marx fue elegido por los oyentes de las radios nacionales británicas como el filósofo más relevante de todos los tiempos. Los organizadores de la encuesta fueron los primeros en sorprenderse del resultado. Marx, entre otros filósofos de la talla de Confucio, Aristóteles, Descartes, Schoppenhauer, Kant, Locke, Hegel o Hume... ganó la encuesta con un 28% de los votos, muy distanciado de David Hume, que ocupó el segundo lugar.
Apuntan los datos de la encuesta que Marx logró un 28 por ciento de los 30.000 votos emitidos por los radioyentes, muy por delante del segundo filósofo elegido, el escocés David Hume. Lo más curioso del caso es que en medio del periodo de proceso de las encuestas, en vano intentaron los autores del semanario ’’The Economist’’ animar a sus lectores a que votasen a este último, gran representante del empirismo y defensor de un escepticismo moderado, como única forma de frenar a Marx. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos corporativos de esa influyente revista, Hume, el pensador anti-dogmático que influyó en la filosofía moral y en los escritos económicos de su amigo Adam Smith, acaso el más grande de los economistas clásicos, sólo obtuvo un 12,7 por ciento de los votos, ni siquiera la mitad de las que obtuvo Marx.
Platón, a quien muchos consideran como el más grande pensador de todos los tiempos, sólo logró situarse en el quinto lugar con un 5,65 por ciento, inmediatamente detrás de Nietzsche (6,49 por ciento). Pero el autor de La República logró, con todo, adelantarse a Kant, que obtuvo un 5,61 por ciento y quedó sexto; a Santo Tomás de Aquino (4,82 por ciento), y a los griegos Sócrates (4,82 por ciento) y Aristóteles (4,52 por ciento). Karl Popper fue el menos votado de los diez filósofos (un 4,20 por ciento), muy por debajo de su compatriota y antiguo rival de Oxford, Wittgenstein.
El organizador de esta encuesta, Melvin Bragg, conductor del programa "En nuestro tiempo", señaló que si bien el resultado fue sorprendente, a él personalmente no le extrañaba, ya que las teorías de Marx y su método para analizar la historia y la sociedad, están todavía vigentes.
"Marx parece proveernos de análisis y respuestas a muchos de los problemas del mundo", dijo Bragg. "Respuestas sobre la historia, la sociedad, las ideologías, los efectos de las economías, entre otras. Hoy en día se puede utilizar perfectamente la dialéctica marxista y el materialismo histórico", agregó.
Varios académicos e historiadores invitados al programa estuvieron de acuerdo en que es un error culpar a Marx por las atrocidades cometidas bajo los regímenes de Stalin, Mao, u otros, ya que su pensamiento fue reinterpretado, desviado, adaptado a circunstancias que Marx jamás conoció y usado como bandera ideológica en forma distorsionada, según ellos.
La BBC entrevistó al historiador Eric Hobsbawm quien dijo que muchos ven a Marx como el padre de las revoluciones socialistas y abuelo de regímenes totalitarios. Sin embargo, se preguntó, "¿por qué los británicos le eligieron como el filósofo más importante de todos los tiempos?". La explicación de Hobsbawm es que la mayoría de los otros filósofos, desde los de la antigua Grecia hasta los de nuestros días, sólo son estudiados por un número limitado de intelectuales. "Para muchos de nosotros son sólo nombres", dijo.
"Y ese no es el caso de Marx. Su influencia quedó impresa en todo el Siglo XX, para bien o para mal, y todavía nos rodea".
Otra razón, según Hobsbawm, es, paradójicamente, el derrumbe de la Unión Soviética y del bloque comunista, que hoy permite desvincular a Marx de esos regímenes.
Esto, explicó, ha permitido que le gente redescubra el rango extraordinario y la fortaleza de su pensamiento. "Un siglo y medio después de la publicación del "Manifiesto comunista", los académicos vuelven a leerlo", “como una sorprendente predicción, hecha en el Siglo XIX, de la naturaleza y los efectos de la globalización en la que vivimos hoy".
Pero la razón más poderosa, de acuerdo con Hobsbawm, es que, a grandes rasgos, la filosofía casi siempre ha sido un ejercicio que lleva a pensar sobre el pensamiento humano. Sin embargo fue Marx quien postuló que "hasta ahora los filósofos sólo han interpretado el mundo de diversas formas. De lo que se trata es de cambiarlo".
Pero esta no es la primera victoria de Carlos Marx. En el año 1999 la BBC News On line de Londres realizó una votación por Internet en la que preguntaba quiénes eran "los diez pensadores más grandes del milenio". Los resultados arrojados fueron: primero, Carlos Marx; segundo, Alberto Einstein; tercero, Isaac Newton; cuarto, Carlos Darwin; quinto, Santo Tomás de Aquino…décimo Federico Nietzsche.
Bien haríamos en conocer, leer y releer la vasta obra de este gran pensador, filósofo, economista, un gran científico social, y uno de los más grandes humanistas que ha dado la historia.

Publicado el 03 de agosto de 2005

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La vigencia de Carlos Marx

Por Daniel Peláez Carmona

El pasado 5 de mayo se cumplieron 187 años del nacimiento del gran pensador alemán Carlos Marx, quien habría visto la luz por primera vez en Treveris, ciudad de la prusia renana, en el año de 1818 y murió, a la edad de 65 años, El 14 de marzo de 1883.
Abogado de profesión, economista por su apasionamiento y humanista por convicción, Marx ha sido uno de los más grandes teóricos, filósofos, economistas, politólogos, -un científico social en toda la extensión de la palabra-, que ha dado la historia. Uno de los más profundos, y acuciosos estudiosos del sistema capitalista y también el más acérrimo de sus críticos. Su obra cumbre, a la que dedicó la mayor parte de su vida, El Capital, es un análisis minucioso, que desmenuza la historia, la estructura, la composición orgánica y el funcionamiento en su lógica interna del sistema capitalista, así como plantea sus posibilidades y expectativas de desarrollo y su fin inevitable, para ser sustituido por una sociedad superior, a la que él llamó socialismo, en su carácter científico, para diferenciarse de la propuesta que pensadores de gran talla universal como Tomás Moro, Campanela, Saint-Simon, Fourier, habían planteado y que se conoce como el socialismo utópico.
A pesar de que hoy por hoy, las tesis fundamentales de El Capital, no han sido refutadas y que no ha habido, entre los pensadores orgánicos del sistema capitalista, quien demuestre científicamente la falsedad de su teoría, a raíz de la caída del socialismo real en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el marxismo ha sido tratado como una teoría pasada de moda y a Marx, un teórico al que ya no es necesario recurrir, porque el experimento basado en su teoría fracasó.
Sin embargo, como lo señalaba líneas arriba, la realidad actual en el mundo y en nuestro país sigue demostrando cuán vigentes están las tesis de Marx.
Marx planteó que la plusvalía –la parte del trabajo de los obreros que no se le entrega y de la que se queda el dueño del capital- era la fuente de ganancia del sistema capitalista y de la explotación de los trabajadores que tenían que conformarse –en este sistema- con recibir como pago de su trabajo, un salario que apenas alcanzara para reproducir su propia fuerza de trabajo, es decir, las condiciones mínimas de alimentación, de vestido, de vivienda y de descanso para volver al día siguiente a cumplir con su jornada. En su mismo trabajo señalaba que ese conglomerado social carente de medios de producción y propietario sólo de su fuerza de trabajo, vive una tendencia a la depauperización, hacia el empobrecimiento, porque si bien el capitalismo tiene la cualidad del éxito para la generación de la riqueza, también se caracteriza por el reparto desigual de esa riqueza generada, en la que los beneficiarios son unos cuantos, mientras la inmensa mayoría se debate entre la carencia, la pobreza y la miseria, condiciones éstas, que tarde o temprano traen consigo descontento social –la teoría de la lucha de clases también inherente a las sociedades basadas en la propiedad privada- y finalmente, la búsqueda de una alternativa socio-económica que mejore las condiciones de las grandes mayorías de trabajadores.
Y la realidad sigue siendo la misma, aquí y en China. De acuerdo con el ensayo “La pobreza en México: Deuda social que podemos convertir en oportunidad”, de Manuel Arango Arias, “En 1960 el 20% más rico de la población mundial poseía más o menos el 70% de sus recursos financieros; para 1990 esa cifra había aumentado a más del 85%”.
Y en el mismo trabajo se señala que hay 100 millones de personas con ingresos superiores a 20 mil dólares anuales; 2 mil millones con ingresos de 2 mil a 20 mil dólares y finalmente, 4 mil millones con ingresos de 2 mil dólares y menos. 200 empresas multinacionales poseen más de la mitad de la riqueza que se genera en el mundo.
De acuerdo con una nota publicada por el periódico La Jornada el miércoles 27 de abril de 2005, y titulada “Pobre, uno de cada tres niños mexicanos: Banco Mundial”, del reportero Roberto González Amador y señala que “uno de cada tres niños que vive en México es pobre, el país se ubicó este año en el sitio número 80 en cuanto a ingreso per cápita -abajo incluso de Sudáfrica, en el sitio 76-, aunque la riqueza que genera coloca a la economía como la décima más importante del mundo. Son datos del Banco Mundial que hablan de una creciente desigualdad en la distribución del ingreso y que, a juicio de especialistas, hacen crecer una gran interrogante en torno a la afirmación del gobierno federal de que la pobreza extrema, medida en función del número de personas que viven con un dólar por día, "se redujo" 62 por ciento en los últimos años.”
El autor cita al especialista en el tema de la pobreza, Julio Boltvinik, quien señala, "mi opinión es que la pobreza no ha bajado en el gobierno del Presidente Fox. Las evidencias son claras: hay más desempleo, concentración del ingreso, estancamiento económico. No hay forma de creer que la pobreza está bajando. En cambio, la inequidad en la distribución del ingreso sí ha aumentado. En el país proliferan los autos de lujo al mismo tiempo que los limpiaparabrisas; está creciendo la desigualdad",
Y el artículo culmina diciendo que el Banco Mundial señala que 20 por ciento de los mexicanos de mayor ingreso concentra 43 por ciento del consumo en el país. Medido con estos parámetros, México es uno de los más desiguales en América Latina, que es de por sí la región con mayor desigualdad en el ingreso del mundo.
A más de 138 años de la publicación del primer tomo de El Capital, que ocurrió en 1867, las ideas de Carlos Marx siguen vigentes y la esperanza en una sociedad que mejore las condiciones de vida de todos los ciudadanos, continuará.

Publicado el 25 de mayo de 2005

Lectura-2

La lectura: la cultura del subdesarrollo

Por Daniel Peláez Carmona

Cuando aún era estudiante de la carrera de Periodismo en la Universidad de Colima, escribí un trabajo que se publicó en el suplemento cultural Andante y que hoy, a pesar del tiempo que ha transcurrido, creo que tiene actualidad, por eso me atrevo a transcribirlo.
“Aunque para muchos parezca anacrónico o necio, es imposible sustraerse al análisis de las condiciones económicas de un país, para entender con mayor objetividad las características de ese mismo país.
México, aunque nos sea difícil aceptar, todavía navega entre los países del Tercer Mundo, porque ahí es donde se nos ha confinado por parte de los países poderosos del planeta. Proveedores de materias primas y mano de obra barata y receptores de tecnología de desecho y de capitales foráneos a cambio de una dependencia económica y política humillante. Nosotros sembramos y exportamos maíz, papas, café y cacao y se nos regresan cornflakes, sabritas, nescafé ristreto y diplomat, chocomilk, entre otra basura alimenticia.
Este, nada honroso papel que nos ha tocado jugar como país "en vías de desarrollo", con el consiguiente atraso científico y tecnológico, es una necesidad para que los países desarrollados puedan mantener su status de dominadores de la economía mundial. Es decir, mientras más atrasados están los países de la periferia, como el nuestro, mejores condiciones existen para que las metrópolis vivan en la abundancia y opulencia.
Tomando en consideración esta triste, pero terca realidad, en los países del Tercer Mundo se presentan fenómenos que son al mismo tiempo causa y secuela de la dependencia económica. Uno de ellos es el deprimente, patético atraso en la lectura, que -como dice Carlos Monsiváis en una colaboración para la revista Proceso No. 647- "va haciendo que los lectores se vayan convirtiendo poco a poco en una especie en extinción".
Según datos arrojados por una investigación de Fernando Valtierra -citados por Gerardo Ochoa Sandy en Proceso No. 848- "de cada 100 libros vendidos en México, 2 son leídos totalmente, 6 los dejan a la mitad. De 65, se leen 16 páginas, 27 son hojeados, regalados o colocados sin más en los libreros. Sólo el 11% lee por placer. El 70% lee un solo libro que no necesariamente concluyó. El 92% de los que compró un libro se sintió insatisfecho porque no resultó lo que esperaba".
Siguiendo con las estadísticas, Burton R. Clark en su artículo compilado por Karen E. Kovacs en "La Revolución Inconclusa. Las universidades y el Estado en la década de los 80's", señala que en Japón hay 2.8 libros por habitante. Hasta 1990 en nuestro país había 500 librerías. En Estados Unidos 25 mil. Inglaterra alcanzaba las 20 mil. Francia, las 15 mil. España poseía 8 mil para 40 millones de habitantes y Argentina, 800 para 24 millones de habitantes.
Se plantea que el mexicano común maneja un promedio de 60 a 120 vocablos -cuando hablamos una de las lenguas más ricas en vocabulario-. Casi ningún padre lee textos a sus hijos. El 97% ve televisión 6 días a la semana. El 25% lee una revista o un periódico. Las lecturas más solicitadas son los comics, las novelas policiacas, sentimentales, de vaqueros. Entre todos ellos se publican 400 millones de ejemplares al mes. Una revista diaria por cada seis habitantes.
Mientras, por otra parte, tenemos que el libro mayor venta en 1992 que fue Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, alcanzó una edición de 104 mil ejemplares solamente; le siguió Consejo de belleza de los pies, de Alfredo Palacios, con 84 mil; y, en tercero, Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez, con 60 mil.
Dice Jaime Labastida -citado por Monsiváis-, "lo que hace falta no son campañas de promoción de la lectura, ni que los libros tengan mejores precios, ni tampoco que existan más bibliotecas y librerías. No necesitamos este tipo de estímulos, porque los estímulos son mentales. Cuando hay verdadero interés, la actividad de la lectura se desarrolla por sí misma"
Octavio Paz dice acerca del sitio que el Estado y la sociedad le conceden a la lectura, "los escritores mexicanos trabajamos en condiciones particularmente desventajosas: nuestra industria editorial es raquítica, las ediciones son ridículas, por lo que se refiere al número de ejemplares; y aún así penetran muy difícilmente en un público que no lee. Y no lee porque no se le ha inculcado en los hogares ni en las escuelas, el amor a la lectura. La indiferencia ante el libro, se convierte entre nosotros en una suerte de horror.”
Considero que las cifras hablan por sí solas y estoy de acuerdo en que las cosas no se van a resolver con invocaciones a la conciencia para que se adquiera el hábito de lectura o para que se usen las bibliotecas. Mientras no haya una revolución completo, primero en toda la estructura económica de nuestro país, luego en toda la estructura educativa, no va a ser posible que salgamos del atolladero.
Mientras no desarrollemos nuestra capacidad productiva, gracias al desarrollo científico y tecnológico, para salir de esa dependencia respecto del extranjero, para ya no continuar sometidos a los designios de los poderosos. Mientras no se alcancen niveles de bienestar y de progreso para todos los mexicanos, para que todos, no solamente puedan contar con lo más indispensable para vivir sin necesidades, sino que también puedan disponer de recursos para allegarse libros. Mientras no se transforme nuestro sistema educativo no sólo para que se alcancen niveles de competitividad científica y tecnológica, sino para formar verdaderos sabios en las aulas. Mientras no se cumplan con esos requisitos, vamos a seguir condenados, no sólo a la dependencia económica y política, sino también a la cultura del subdesarrollo”.

Publicado el 11 de mayo de 2005

Historia-3

Otra vez la historia
Por Daniel Peláez Carmona


Una historia propia no sólo es necesaria para explicar el presente, sino también para fundamentar el futuro. El futuro, en estos casos, es ante todo la liberación, la recuperación del derecho de conducir el propio destino. Una historia expropiada es la cancelación de la esperanza y la sumisa renuncia a cualquier forma de autenticidad.
Guillermo Bonfil Batalla

A raíz de la propuesta del Gobierno Federal para reformar la educación secundaria en nuestro país, se ha vuelto a poner en discusión si la enseñanza de la historia es útil o no para los estudiantes del nivel básico y cuáles son las características que debe tener la historia que se les enseñará a nuestros niños y jóvenes.
De acuerdo con la propuesta que presentaron funcionarios de la Secretaría de Educación Pública y que ha despertado la mayor polémica es que la asignatura de Historia se ha reducido de tres a sólo un año y la periodización histórica del desarrollo de la nación mexicana comienza a partir de la llegada de los españoles a nuestro país, borrando por completo todo vestigio de las culturas prehispánicas y poniendo un mayor énfasis al período reciente, en que se destaca el arribo del PAN al poder.
No quiero entrar en la discusión en torno a la reforma general de la educación básica o de la secundaria, porque aunque he estado vinculado a la docencia durante muchos años, no soy un especialista en pedagogía o en teoría y filosofía de la educación como para hacer propuestas concretas en torno a la necesidad de modificaciones.
Sí soy partidario de que la educación básica en México requiere una reforma profunda, porque estamos viviendo una época de cambios vertiginosos a nivel mundial en todos los terrenos, principalmente en el de los adelantos científicos y tecnológicos, que ya no son las condiciones sociohistóricas de hace 40 años o menos, con relación al fin de la Revolución, cuando se sentaron las bases de la educación actual en México; y por lo tanto, las bases de la educación también deben modificarse.
Los resultados multicitados del estudio realizado por la OCDE hace algún tiempo, en donde de 52 países México se encontraba en el penúltimo, en diferentes áreas del saber de la educación básica como comprensión de lectura y matemáticas; y los índices de deserción y la calidad del aprovechamiento académico, están planteando con urgencia la necesidad de la transformación educativa y no sólo de los planes de estudio para los alumnos, sino también en la capacitación de quienes enseñan y quienes dirigen y cumplen funciones administrativas, aunada a la integración de los padres de familia en ese proceso de formación de los hijos.
Pero en lo que sí quiero manifestar mi toma de posición es en relación con la enseñanza de la historia, que de entrada exteriorizo mi rechazo con la intención de presentar a nuestros estudiantes una historia mutilada, cercenada, porque me parece un afán de los grupos de poder por terminar de una vez por todas con todo lo que huela a indígena.
O sea que ya no sólo uno de los iconos representativos de la cultura popular, Juan Diego, ha dejado de ser un indígena para adquirir los rasgos de un español, de acuerdo con la versión oficial del retrato usado para la beatificación, sino que ahora se pretende borrar de la memoria de los mexicanos, la gran época que representa la historia prehispánica, con todas las manifestaciones culturales y los legados proporcionados por las distintas culturas que alcanzaron su época de esplendor mucho antes de que los españoles tuvieran noticia de este mundo.
Dice Guillermo Marín en su libro Nuestras Raíces, “un pueblo, una familia o una persona sin pasado, es como un árbol sin raíces. No posee vida, es frágil y cualquier viento lo puede derribar. Saber de dónde viene uno es fundamental para poder enfrentar los desafíos del presente y del futuro. Es estar bien plantado, firme y seguro de todo lo que hemos sido, orgullosos de todo lo que somos ahora y confiado de todo lo que se deseamos ser para el futuro.
“Todos los seres humanos necesitamos sentir la seguridad y el orgullo de nuestro pasado. Pues todo lo que hemos sido, como pueblo y como persona, explica lo que en la actualidad somos. Todos los pueblos del mundo tienen una antigua historia. Lo mismo que todas las personas y las familias tenemos un pasado que explica lo que estamos haciendo en este momento.
“Nuestra historia nos dice de dónde venimos, nos enseña a entender en dónde estamos ahora y nos permite pensar a dónde en verdad queremos ir. Un pueblo, una familia o una persona que no conozca su pasado, se encuentran perdidos y desolados. Pues en el milagro de la vida, todos formamos parte de una continuidad genética, histórica y espiritual. Una larga cadena de cadenas que se entrelazan unas con otras, nos unen y nos fortalecen. Lo que hicieron, aprendieron y crearon nuestros antepasados ahora es parte fundamental de lo que hoy somos, aunque a veces no lo entendamos puntualmente”.
Y nuestro destacado poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño, defensor del indigenismo, también escribió al respecto: "el estudio del antiguo mundo mesoamericano, de su sentido y de la actual permanencia, se vuelve ahora como nunca en un propósito de urgente realización. Hoy que los pueblos ocupantes de esa área geográfica, unidos por lengua, costumbres, éticas raíces, se miran asediados, al igual que todos los de Latinoamérica, por hostiles fuerzas abrumadoras, amenazados por continuas acciones de ocupación colonial, en sus íntimos aspectos espirituales, sociales y económicos, se impone como una condición de sobrevivencia primero, y luego de crecimiento en una existencia de libertad soberana, la afirmación de sus idiosincrasias nacionales."
Por que ningún pueblo desde que el hombre comenzó a organizarse socialmente, ha desdeñado la historia, por el contrario, desde siempre fue considerada como una ciencia madre que, primero en forma oral, permitía a las generaciones venideras conocer sus raíces para poder consolidar su identidad y garantizar su existencia, pasando por los griegos y nuestros propios pueblos indígenas, hasta los tiempos modernos, su enseñanza sigue siendo de vital importancia para el desarrollo de una nación. Lejos de cercenar la historia, se debiera ahondar en su estudio, tal vez ahí encontraremos muchas respuestas a nuestra falta de identidad y a descubrir nuestra grandeza y nuestras potencialidades como pueblo.

Publicado el 14 de julio de 2004

Libertad-de-expresión-1


Zarco y la libertad de expresión

Por Daniel Peláez Carmona

El lunes se llevaron a cabo, como cada año, actos oficiales y otros no tanto, en los que participaron gobernantes y los profesionales del quehacer periodístico con motivo de la celebración del Día de la Libertad de Expresión.
Como cada año nuevamente en los discursos se recurre constantemente a referir el papel del escritor mexicano Francisco Zarco en relación con la libertad de expresión, aunque poco se habla de quién fue este ilustre mexicano y cuáles fueron sus contribuciones para que aquélla quedara plasmada como uno de los derechos consagrados en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Francisco Zarco fue un político, periodista e historiador de la época de la Reforma. Nació en la ciudad de Durango en 1829 y murió en 1869. Sus estudios están basados en el auto didactismo, aunque estudió idiomas en el Colegio de Minas, Derecho, Teología y Ciencias Sociales; de cuyos conocimientos dio prueba en sus escritos y discursos.
Desde muy joven se mostró como escritor, orador y disertador. En 1847, en la ciudad de Querétaro, ocupó su primer cargo en el ministerio. Fue oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores en 1848. Se adhirió al Plan de Ayutla, y resultó electo diputado. En 1854 resultó electo diputado al Congreso General de Yucatán. En 1856 se disolvió la conocida Academia de San Juan de Letrán, en víspera de la Reforma, y los escritores más jóvenes se congregaron en El Liceo Mexicano. En ese año Zarco fue elegido al Congreso Constituyente, del que habría de ser uno de sus principales sostenes y su historiador.
En 1861, Juárez lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores y Jefe de Gabinete. Durante la intervención francesa, publicó en San Luis Potosí un periódico defensor de la República, que llamó: La Independencia Mexicana y en Saltillo: La Acción. Perseguido por los conservadores se refugia en Estados Unidos desde donde continúa su labor periodística.
Dice Manuel González Oropeza “La pasión de Francisco Zarco fue verdaderamente el escribir. Este oficio lo lleva a contribuir en múltiples periódicos editados en el país, algunos de los cuales fue fundador. Entre ellos podemos mencionar a El Álbum Mexicano (1849), El Demócrata (1850), La Ilustración Mexicana (1851), El Siglo Diez y nueve (1852), Las cosquillas (1852), El boletín clandestino (1859), La independencia mexicana (1863) y La Acción (1864)”
Su decisión por ejercer y defender la libertad de imprenta lo conduce, por lo menos tres veces, a las cárceles de México, en 1850, 1858 y 1861.
En un artículo publicado en El siglo Diez y Nueve, titulado “Libertad de Imprenta”, el escritor mexicano sintetiza su opinión en torno al tema y su propuesta para que sea considerada dentro de los derechos de los mexicanos en las leyes supremas del país.
Veamos algunas partes seleccionadas de este artículo:
“No hay acaso regla más segura para conocer la ilustración y el liberalismo de un gobierno, que la de las disposiciones que dicta en materia de imprenta. Si no teme el examen de sus actos; si desea sinceramente el bien público; si en vez de impedir la discusión, él mismo la provoca y la escucha, puede asegurarse con evidencia que no son sus tendencias las del despotismo. Si por el contrario, se afana por sofocar el pensamiento, poniendo trabas a la circulación de los periódicos, persiguiendo a los escritores, exigiendo fianzas, imponiendo multas, estableciendo la censura previa, no puede ya caber la menor duda de que aspira a un dominio tiránico y a una obediencia ciega.
“Cuando llegue la voz de que el país se constituya, y de que se expidan las leyes orgánicas en el Código Fundamental, seguramente se tomarán las medidas más acertadas para garantizar la libertad de imprenta, pero esa época está todavía lejana, y es por lo mismo imposible que se espere hasta entonces para llenar una exigencia pública, que no conciente demoras. Es preciso que desde ahora se reglamente ese derecho, aunque sea de manera provisional, pero es igualmente indispensable que no se coarte en términos indebidos, confundiendo el abuso con el uso, el desenfreno con la libertad.
“Por nuestra parte, explicaremos en cuatro palabras nuestras ideas en materia de imprenta. Queremos plena y absoluta libertad para que cada uno sostenga los principios políticos que profese; y si hay quien piense establecer periódicos en que se defienda la monarquía y el socialismo, lejos de pedir su supresión, alzaremos la voz para que se les deje subsistir. La discusión quedará abierta: a las malas doctrinas se opondrán las buenas, y el campo quedará por el que mejor causa sostenga.
“En suma, con excepción de lo que ataque a la religión, a la moral, a las buenas costumbres, y a la vida privada, todo lo demás debe ser permitido.
“No estamos por cauciones ni mucho menos por censura previa. Muy justo es que se castigue al que delinca; pero poner trabas al pensamiento sólo porque se puede delinquir, es acabar con toda libertad. Nada hay en el mundo que no debiera estar sujeto a la misma regla, si ella fuera admisible. Por último, consideramos indispensable el Jurado, que compuesto de personas de buen juicio y leales sentimientos, sirva a la vez de garantía al escritor y a la sociedad”. (El Siglo diez y nueve, México, viernes 5 de octubre de 1855. Núm. 2474, tomado de El Siglo diez y nueve de Francisco Zarco y su pensamiento constitucional, estudio introductoria y compilación de Manuel González Oropeza, México, UNAM, 1993, versión digitalizada)
Efectivamente, Francisco Zarco fue un hombre muy importante, porque sus ideas las llevó a la práctica y su propuesta finalmente quedó plasmada en la Constitución y hoy es un derecho del que gozamos los mexicanos, la lectura de su obra periodística, jurídica y literaria es insoslayable para el que se precie de querer conocer la Historia de México y defender las causas más justas del pueblo mexicano.

Publicado el 09 de junio de 2004

Historia-2

Reencontrar la Historia
En los dos últimos días, 15 y 16 de septiembre, casi como por ensalmo o como el fruto de una conciencia social casi inexplicable, el país entero se impregnó de un espíritu nacionalista, durante los festejos por el 193 aniversario del inicio de la lucha por la Independencia de México.
Como en ninguna otra fecha de la efemérides nacional, esta provoca una efusividad, un entusiasmo que contagia, desde el primer mandatario de la República, pasando por los gobernadores de los Estados, los presidentes municipales, los cónsules y embajadores de nuestro país en países extraños y que arrastra a miles, millones de ciudadanos en todas las ciudades y hasta en los más apartados pueblos del país y en el extranjero que se reúnen para escuchar el tradicional "Grito" o para presenciar el desfile militar.
Para otros más, la fecha sirve de pretexto ad hoc para convertir ese fervor patrio y nacionalista en festejo familiar, reunión de amigos y franca borrachera para celebrar dicen todos al unísono, cuando se les inquiere, la Independencia de México.
Es admirable que después de casi dos siglos, esta fecha histórica tenga tal capacidad de convocatoria y produzca tal entusiasmo en la mayoría de los mexicanos, sobre todo cuando los tiempos actuales, de una internacionalización de la economía, conocida como la era de la globalización amenaza con derrumbar, no sólo las barreras proteccionistas de las economías de los países menos desarrollados, sino aún con su propia personalidad determinada por sus costumbres, sus raíces históricas, para adquirir otras que no son las suyas.
Y en esta no pérdida del interés de los mexicanos por celebrar la Independencia de México, tiene que ver sí, el hecho de que el propio Estado se encargue de evitar que se extinga, al convocar todos los años a los actos oficiales. Pero también tiene que ver la conciencia histórica que aún pervive en los mexicanos, aprendida en las aulas de la educación básica, a través de la tradición oral que aún existe en miles de familias mexicanas y a que el valor moral de los "héroes que nos dieron patria", trasciende cualquier frontera espacial y temporal y vence cualquier intento por demeritar los hechos de hombres como Hidalgo o Morelos.
Pero también hay una realidad que no podemos soslayar y se refiere al desconocimiento profundo por parte de la mayoría de los mexicanos, del significado de los acontecimientos históricos. Se sabe sí, que Hidalgo es el "padre de la Patria", pero poco se sabe de su vida, de sus ideas, de su lucha por llevar a la práctica su pensamiento de libertad, de fraternidad e igualdad entre los nacidos en esta tierra, en una época en que la patria se encontraba sojuzgada por un poder imperial ajeno.
Poco o nada se conoce de cuál fue el proceso que se siguió para alcanzar la independencia. Poco o nada se dice de que Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Abasolo, Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y el resto de personajes de la época que se han destacado y ponderado en la historia oficial, nada hubiesen hecho si detrás no hubiese habido un conglomerado social compuesto de miles de indígenas y mestizos, principalmente, que padecían en carne propia la desigualdad económica y social, y por lo tanto, estaban dispuestos a morir por un cambio; y de algunos criollos que anhelaban alcanzar el poder, porque lo consideraban un derecho al haber nacido en estas tierras. Es lamentable, incluso, encontrarse con estudiantes de profesional o profesionistas que desconocen por completo la Historia de México.
Y esto se debe a que no es suficiente con las convocatorias oficiales a las celebraciones masivas de los aniversarios de la Independencia, la Revolución o los homenajes en los monumentos por la conmemoración de natalicios o muertes de tal o cual personaje de la historia. Hace falta un genuino interés por la enseñanza de la historia en todos los niveles educativos, pero más allá de la historia de bronce, de fechas o de batallas militares. Más allá del cambio de unos héroes por otros, dependiendo de quien se encuentre en el poder.
Dice Miguel Angel Gallo en su libro Que es la historia, "lo que comemos, lo que pensamos y sentimos; nuestras ambiciones y metas; muchos de nuestros problemas son sociales e históricos. Es necesario que nos detengamos a pensarlo, a investigarlo. De ahí la necesidad del estudio de la Historia; de ahí su vital necesidad. Debemos reencontrarnos con la Historia, con nuestra propia historia; entender que lo que somos se debe a los que nos precedieron, lo que serán nuestros descendientes se deberá a lo que hagamos. Y entenderlo no sólo desde el punto de vista personal o familiar: captarlo como parte de un todo social e histórico.
"Aprender Historia, estudiarla, criticara, finalmente, hacerla en el sentido más amplio: como obra de transformación hacia metas más humanas
"pero, ¿qué Historia? La Historia objetiva, la que pretende ser y perfeccionarse como ciencia, aquélla que nos ofrece mayores posibilidades de conocimiento y transformación: ya no la de "museo", ni la elitista; ya no la de bronce ni la mentirosa, menos la estéril.
"Esa a la que aspiramos, se está construyendo, y mucho le falta aún. Desde el punto de vista del conocimiento es imprescindible una Historia desmitificadora, objetiva, crítica, ligada a nuestras realidades y por tanto a nuestros problemas. Una Historia que rescate las luchas ignoradas, tire de sus pedestales a muchos ídolos falsos, reconstruya nuestro pasado y nos muestre el porqué de nuestras taras, pero también de nuestros logros. Historia concebida como el devenir de todo un pueblo, sus miserias y triunfos. Historia que no desdeñe las tradiciones populares, la sátira, el corrido, la caricatura; que no se acartone en investigaciones puramente eruditas. Historia que ligue nuestro pasado con las luchas actuales, que reincorpore a toda Historia no escrita"

Publicado el 17 de septiembre de 2003

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Lectura y desarrollo infantil

No soy especialista en educación temprana, ni en la pedagogía infantil, pero sí un apasionado de la lectura y un convencido de la importancia de ésta en el desarrollo de la inteligencia de los hombres y de su necesidad insoslayable en la educación de los niños.
No pretendo aquí descubrir que desde tiempos inmemoriales en la luna habita un conejo, a cuya existencia las diversas culturas del universo han tratado de dar una explicación que se relaciona fundamentalmente con los valores y las enseñanzas a las nuevas generaciones. Tampoco quiero pintar rayas en el agua con una disquisición teórica acerca de la urgencia del fomento de la lectura, que de estos discursos están llenos las planas de los periódicos y las revistas especializadas y bastante se ha insistido por parte de las autoridades de todos los niveles de gobierno, con el propósito de incentivar la formación de lectores en el país.
En esta ocasión sólo quiero contribuir con un grano de arena, compartiendo con mis dos amables lectores -el corrector de estilo del periódico y yo mismo-, un libro que me encontré en un lugar inesperado, -uno de esos restaurantes que pululan en todo el país cuyas iniciales creo que quieren decir very important people-, digo inesperado, porque regularmente venden libros cuya calidad literaria, académica o científica, deja mucho que desear.
El libro se llama La lectura para el desarrollo infantil, de Marcela Magdaleno, publicado por la editorial Quarzo. La autora estudió pintura en la Hotham School of London; periodismo, en la escuela Carlos Septién y desde 1998 se dedica a impartir clases de arte para niños y talleres de fomento a la lectura. No se trata de una obra de carácter teórico acerca de la psicología, la neurolingüística, la pedagogía o la lectura en el desarrollo psicomotor destinado a especialistas; sino de un texto dirigido a cualquier padre o madre de familia, profesor de nivel preescolar, básico, medio, medio superior o superior; o a quién se interese en la lectura.
Contiene algunos planteamientos elementales sobre el desarrollo intelectual de los niños, sobre el lenguaje y la expresión, la importancia del aprendizaje autodidacta; la necesidad de la conversación para el desarrollo del entendimiento; sobre los libros, el juego y la libertad de los niños para que desarrollen el gusto por leer y acerca de la imaginación y la creatividad.
En una segunda parte, la autora desarrolla una serie de propuestas prácticas para la organización de talleres de lectura para niños y jóvenes, con actividades manuales, ejercicios físicos y juegos pensados para alumnos desde preescolar hasta preparatoria, así como para educadores, madres y padres y cualquiera que esté interesado en el desarrollo mental.
Dice la autora "la lectura comienza desde el vientre materno, no hay pretexto para no leer ni para no incitar a la actividad mental a lo largo de la vida; el aprendizaje es insaciable con la lectura. La esencia de la lectura consiste en aprender a pensar; la lectura provoca revolución espiritual, nos enseña a cuestionar, a tener seguridad en nosotros mismos, a que volemos como pegasos hacia la libertad y el entendimiento, dejando muy atrás el abatimiento, la apatía y la pereza mental"
Y fustiga a los medios de comunicación masivos: "La televisión, los audiovisuales y algunos videos son reproducciones de ideas y conceptos literarios que ayudan al entendimiento, pero no al procedimiento de activación esencial del cerebro. Los medios masivos de comunicación nos taladran el cerebro, no nos permiten el buen procesamiento del pensamiento, porque al recibir información no hay pausas de reflexión; por el contrario, siguen circulando imágenes y sonidos que aniquilan el límite entre el juicio y la razón.
“Todo nos pasa enfrente con tanta rapidez que lo único que se logra es un subconsciente saturado, información desordenada y tragada por las arenas movedizas de la cordura. Esto hace que el hábito de la lectura se deje a un segundo término y la curiosidad por el conocimiento y la investigación queden aniquiladas. Lamentablemente esto trae como consecuencia el retroceso en las bases educativas de la humanidad”
Pueden ser tesis discutibles sobre todo, por quienes son acérrimos defensores de los medios masivos de comunicación, pero lo que sí es indiscutible, es que en un mundo dominado por las grandes cadenas de televisión, radio y por la red de redes, donde la imagen hegemoniza sobre la palabra escrita, hay cada vez menos lectores y en el caso de nuestro país, los índices de falta de lectura y de bajo aprendizaje, como consecuencia directa de que nuestros estudiantes no saben leer, son aterradores. De ahí la urgencia de convocar a una cruzada nacional por atraer a los niños, desde la más tierna infancia a los libros, primero en una forma lúdica, para que después, como dice Marcela Magdaleno, se hagan adictos a la lectura.
Necesitamos multiplicar este tipo de adicción, que no viola ninguna legislación y sí acrecienta la capacidad de imaginar, de quien consume libros. Y para convencerlos de leer la obra que refiero, termino citando a la autora: “La lectura cautiva, cultiva, inspira, consuela y alimenta; nos abre horizontes y dimensiones; nos da paz, esperanza, fortaleza y convicción. Es un alimento –una droga digo yo- para comerse lentamente, masticando, saboreando, digiriendo”

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Lectura para defender al español

Para mis dos o tres lectores que tengan la osadía de pasar su mirada por estas líneas, no crean que se trata de un escrito para defender al indefendible presidente español José María Aznar, quien se sumó a la alianza anglo-norteamericana para agredir militarmente a Irak y compartir responsabilidades en la masacre de civiles, aunque no el botín, como han señalado algunos de sus críticos.
No, nada más lejos de eso. A lo mejor mi falta de invectiva me llevó a poner un título así a las ideas que desde mi época de estudiante universitario han saltado a mi conciencia acerca de la necesidad de poner un dique a la deformación y reducción del idioma español, producto de los embates de la “cultura” de los medios electrónicos de comunicación y de la invasión del inglés. Desde ese tiempo también me atreví a publicar un intento de análisis al que nombré "En defensa del español" que apareció en una primera etapa del suplemento cultural Andante, aparecido en estas mismas páginas y que por ahí guardo entre mis preciados recuerdos.
Y la inquietud de volver al tema me ha nacido luego de haberme encontrado un tesoro editorial y que desde la lectura de sus primeras páginas me ha parecido una especie de manifiesto literario, creativo, en favor del idioma español, del que orgullosamente -cuando menos así lo siento yo- somos hablantes los iberoamericanos y del que pocos tenemos conciencia de su adulteración y pérdida paulatina. La identificación plena con el autor de este texto, me convocó a recomendar su lectura inmediata para aquellos que aprecian todavía el arte del buen decir, de la galanura del idioma español.
El libro se llama Defensa apasionada del idioma español (México, Editorial Taurus, 2002) y lo escribió el periodista hispano Alex Grijelmo, redactor jefe del diario El País y responsable de su libro de estilo. En 1997, la misma editorial le publicó el libro El estilo del periodista y ha pronunciado conferencias sobre el lenguaje en España y América Latina.
En el apartado inicial que el autor ha titulado "Una lengua en deterioro" y a manera de introducción, señala, "Hoy todo parece evolucionar en contra de la expresión eficaz y de lo que significa... Nunca como ahora se ha producido esa mezcla de complejos y de desidia entre nosotros, jamás nuestros comercios habían proclamado tanta palabra extraña para atraer a los propios, jamás la educación lingüística ha recibido menos atención. Y, sobre todo, nunca hasta ahora los fenómenos de deterioro de la lengua habían contado con el acelerador de partículas que forman los descomunales medios de comunicación y la ya gigantesca red informática."
Y añade, "Ahora los nuevos periodistas llegan a los medios informativos con una cultura más audiovisual que literaria. Los avances tecnológicos incorporan otros idiomas que se mezclan con el nuestro (no tienen nada de malo esas lenguas, como nada tienen de malo el agua y el vino siempre que nos permitan beberlos por separado). El vocabulario de las personas se reduce paulatinamente, lo que redunda en que también disminuyan sus ideas".
Y para apuntalar sus ideas, señala, "ha dicho el escritor Francisco Ayala: La costumbre de recibir información a través del televisor está apartando a mucha gente de la práctica de la lectura, pero no menos cierto es que la pérdida del hábito de leer, a que la invasora información audiovisual induce, tiene por efecto la atrofia de las capacidades imaginativas y de las capacidades raciocinantes. Las nociones absorbidas por la vista, acompañadas o no de un mensaje auditivo, tienen un carácter sensorial directo y tienden a provocar en el sujeto una reacción inmediata, quizá mecánica e irreflexiva, en contraste con las nociones adquiridas a través de la escritura, que exigen elaboración mental por parte del lector, activando así sus potencias discursivas, estimulando su conciencia crítica y obligándole a transformar en imágenes de propia creación los signos del lenguaje"
Los subrayados son de quien esto escribe y tienen la finalidad de destacar lo que para muchos es un lugar común, pero que pocos toman conciencia del hecho y muchos menos los que se preocupan en serio por evitarlo. La lectura se está convirtiendo en una actividad soslayada por la mayoría de estudiantes de todos los niveles, incluidos los de profesional y posgrado y los lectores, diría un escritor, en una especie en extinción.
Y si los lectores apasionados de la literatura universal y principalmente hispanoamericana se están reduciendo en forma incontenible a una mínima expresión, ya no habrá quien defienda en forma también apasionada al idioma de Cervantes, al español. Urge convocar a una cruzada en defensa de nuestra lengua, y urge contribuir a que el número de lectores se multiplique. ¡Gracias, Alex Grijelmo, por tomar la batuta!
Publicado en el Comentario en abril de 2003

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La Historia necesaria

"Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres"
Marc Bloch. Introducción a la historia

La necesidad de la transmisión de la historia de los pueblos ha estado intrínsecamente ligada al propio desarrollo de los hombres. Todas las culturas que han existido a lo largo y ancho del mundo, de levante a poniente y de norte a sur, siempre han procurado, desde sus etapas más primitivas y "bárbaras", primero como un instinto de conservación y después como un ejercicio conciente, legar a las generaciones posteriores el conocimiento del pasado, de los orígenes, de sus transformaciones sufridas a lo largo del tiempo.
Así, se ha estudiado cómo los primeros hombres que existieron en la tierra, usaban la pintura -llamada rupestre- para proporcionar conocimientos de algunas actividades indispensables en la vida de las primeras formas de organización social; también, antes de que existiera la institución llamada escuela, los ancianos de las comunidades, eran los responsables de transmitir oralmente a las generaciones noveles, los elementos necesarios de la historia de las hordas, tribus, clanes, para garantizar la identidad de los grupos y su supervivencia.
Nuestros antepasados aztecas también crearon sus propios mecanismos para que los miembros de la sociedad, por medio de los códices, aprendieran el origen -tal vez mítico, pero descrito en forma de historia- de su pueblo, las etapas en que estuvieron subyugados y el crecimiento y consolidación del imperio.
La enseñanza de la historia, pues, no es un agregado cultural de un sistema educativo, es una necesidad para los miembros del conglomerado social para darle una identidad propia. Un pueblo que desconoce su historia, es más propenso a aceptar formas ajenas de cultura y presa más fácil de la dominación económica y política. En la historia de un pueblo se encuentra el conocimiento de sus raíces, la grandeza de los hombres que los precedieron en el tiempo y sus legados; se encuentran ejemplos de valor civil, de ética y moral que tanta falta hacen a los hombres que son avasallados por manifestaciones extrañas a su propia cultura. En la historia están las luchas y los sufrimientos, las angustias y los proyectos de los hombres que han construido una nación. De la historia se puede abrevar para conocer y amar a la patria y para rechazar imposiciones y vasallajes.
Cuando Francis Fukuyama, escribió su famoso artículo "El fin de la historia", se intentó acabar de tajo con el estudio de los procesos históricos, porque se consideraba que ya no era necesario, ya que con el capitalismo, en su fase de globalización, "se había llegado al fin del desarrollo humano" y que había que resignarse o "regocijarse" porque la sociedad de la "libertad económica política, la democracia y la defensa de los derechos humanos" era la que "embonaba perfectamente con la naturaleza humana". Tal posición es antihistórica y condena a los hombres a la inmovilidad, por lo tanto, no puede ser más que la posición de quienes son los beneficiarios de la globalización, una propuesta de los países más poderosos económicamente que se intentó vender a los hombres de los países en desarrollo, para convertir la búsqueda del capitalismo desarrollado, como el fin último a que pueden aspirar los hombres de esos países.
Sin embargo, la historia no ha llegado a su fin, como quisieran los apologistas de la globalización porque, como dice Marc Bloch: "El objeto de la historia es esencialmente el hombre. Mejor dicho: los hombres. Detrás de los rasgos sensibles del paisaje, de las herramientas o de las máquinas, detrás de los escritos aparentemente más fríos y de las instituciones aparentemente más distanciadas de los que las han creado, la historia quiere aprehender a los hombres. Quien no lo logre no pasará jamás, en el mejor de los casos, de ser un obrero manual de la erudición. Allí donde huele la carne humana, sabe que está su presa." Y mientras los hombres estén vivos y en movimiento, desde esa perspectiva, la historia no puede terminarse y su estudio, menos puede dejarse de lado.
Lo que sí es necesario, como lo señala el historiador español Joseph Fontana, es que "hay que comenzar a construir, a un tiempo, la nueva historia y el nuevo proyecto social, asentados en una comprensión crítica de la realidad presente. Para lo primero deberemos rehacer nuestra forma de entender el ascenso del capitalismo como un progreso, para aprender a verlo como el desarrollo de una nueva forma de explotación. La línea del pasado que proyectemos hacia el futuro ha de apuntar a una sociedad cuyo elemento definidor fundamental no ha de ser el de constituir una fase más avanzada del desarrollo industrial, sino la de aproximarnos al ideal de la supresión de todas las formas de explotación del hombre: de una sociedad igualitaria en la que se haya eliminado toda coerción"
La historia, entonces, no sólo es necesaria porque su estudio nos permite conocer el pasado de nuestra sociedad, para entender mejor el presente y proyectar un mejor futuro, sino también porque nos proporciona los elementos indispensables para crear conciencia de le necesidad del cambio social, de buscar mejores perspectivas de vida para los hombres.