jueves, 7 de enero de 2010

Historia-3

Otra vez la historia
Por Daniel Peláez Carmona


Una historia propia no sólo es necesaria para explicar el presente, sino también para fundamentar el futuro. El futuro, en estos casos, es ante todo la liberación, la recuperación del derecho de conducir el propio destino. Una historia expropiada es la cancelación de la esperanza y la sumisa renuncia a cualquier forma de autenticidad.
Guillermo Bonfil Batalla

A raíz de la propuesta del Gobierno Federal para reformar la educación secundaria en nuestro país, se ha vuelto a poner en discusión si la enseñanza de la historia es útil o no para los estudiantes del nivel básico y cuáles son las características que debe tener la historia que se les enseñará a nuestros niños y jóvenes.
De acuerdo con la propuesta que presentaron funcionarios de la Secretaría de Educación Pública y que ha despertado la mayor polémica es que la asignatura de Historia se ha reducido de tres a sólo un año y la periodización histórica del desarrollo de la nación mexicana comienza a partir de la llegada de los españoles a nuestro país, borrando por completo todo vestigio de las culturas prehispánicas y poniendo un mayor énfasis al período reciente, en que se destaca el arribo del PAN al poder.
No quiero entrar en la discusión en torno a la reforma general de la educación básica o de la secundaria, porque aunque he estado vinculado a la docencia durante muchos años, no soy un especialista en pedagogía o en teoría y filosofía de la educación como para hacer propuestas concretas en torno a la necesidad de modificaciones.
Sí soy partidario de que la educación básica en México requiere una reforma profunda, porque estamos viviendo una época de cambios vertiginosos a nivel mundial en todos los terrenos, principalmente en el de los adelantos científicos y tecnológicos, que ya no son las condiciones sociohistóricas de hace 40 años o menos, con relación al fin de la Revolución, cuando se sentaron las bases de la educación actual en México; y por lo tanto, las bases de la educación también deben modificarse.
Los resultados multicitados del estudio realizado por la OCDE hace algún tiempo, en donde de 52 países México se encontraba en el penúltimo, en diferentes áreas del saber de la educación básica como comprensión de lectura y matemáticas; y los índices de deserción y la calidad del aprovechamiento académico, están planteando con urgencia la necesidad de la transformación educativa y no sólo de los planes de estudio para los alumnos, sino también en la capacitación de quienes enseñan y quienes dirigen y cumplen funciones administrativas, aunada a la integración de los padres de familia en ese proceso de formación de los hijos.
Pero en lo que sí quiero manifestar mi toma de posición es en relación con la enseñanza de la historia, que de entrada exteriorizo mi rechazo con la intención de presentar a nuestros estudiantes una historia mutilada, cercenada, porque me parece un afán de los grupos de poder por terminar de una vez por todas con todo lo que huela a indígena.
O sea que ya no sólo uno de los iconos representativos de la cultura popular, Juan Diego, ha dejado de ser un indígena para adquirir los rasgos de un español, de acuerdo con la versión oficial del retrato usado para la beatificación, sino que ahora se pretende borrar de la memoria de los mexicanos, la gran época que representa la historia prehispánica, con todas las manifestaciones culturales y los legados proporcionados por las distintas culturas que alcanzaron su época de esplendor mucho antes de que los españoles tuvieran noticia de este mundo.
Dice Guillermo Marín en su libro Nuestras Raíces, “un pueblo, una familia o una persona sin pasado, es como un árbol sin raíces. No posee vida, es frágil y cualquier viento lo puede derribar. Saber de dónde viene uno es fundamental para poder enfrentar los desafíos del presente y del futuro. Es estar bien plantado, firme y seguro de todo lo que hemos sido, orgullosos de todo lo que somos ahora y confiado de todo lo que se deseamos ser para el futuro.
“Todos los seres humanos necesitamos sentir la seguridad y el orgullo de nuestro pasado. Pues todo lo que hemos sido, como pueblo y como persona, explica lo que en la actualidad somos. Todos los pueblos del mundo tienen una antigua historia. Lo mismo que todas las personas y las familias tenemos un pasado que explica lo que estamos haciendo en este momento.
“Nuestra historia nos dice de dónde venimos, nos enseña a entender en dónde estamos ahora y nos permite pensar a dónde en verdad queremos ir. Un pueblo, una familia o una persona que no conozca su pasado, se encuentran perdidos y desolados. Pues en el milagro de la vida, todos formamos parte de una continuidad genética, histórica y espiritual. Una larga cadena de cadenas que se entrelazan unas con otras, nos unen y nos fortalecen. Lo que hicieron, aprendieron y crearon nuestros antepasados ahora es parte fundamental de lo que hoy somos, aunque a veces no lo entendamos puntualmente”.
Y nuestro destacado poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño, defensor del indigenismo, también escribió al respecto: "el estudio del antiguo mundo mesoamericano, de su sentido y de la actual permanencia, se vuelve ahora como nunca en un propósito de urgente realización. Hoy que los pueblos ocupantes de esa área geográfica, unidos por lengua, costumbres, éticas raíces, se miran asediados, al igual que todos los de Latinoamérica, por hostiles fuerzas abrumadoras, amenazados por continuas acciones de ocupación colonial, en sus íntimos aspectos espirituales, sociales y económicos, se impone como una condición de sobrevivencia primero, y luego de crecimiento en una existencia de libertad soberana, la afirmación de sus idiosincrasias nacionales."
Por que ningún pueblo desde que el hombre comenzó a organizarse socialmente, ha desdeñado la historia, por el contrario, desde siempre fue considerada como una ciencia madre que, primero en forma oral, permitía a las generaciones venideras conocer sus raíces para poder consolidar su identidad y garantizar su existencia, pasando por los griegos y nuestros propios pueblos indígenas, hasta los tiempos modernos, su enseñanza sigue siendo de vital importancia para el desarrollo de una nación. Lejos de cercenar la historia, se debiera ahondar en su estudio, tal vez ahí encontraremos muchas respuestas a nuestra falta de identidad y a descubrir nuestra grandeza y nuestras potencialidades como pueblo.

Publicado el 14 de julio de 2004

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