jueves, 7 de enero de 2010

Libertad-de-expresión-1


Zarco y la libertad de expresión

Por Daniel Peláez Carmona

El lunes se llevaron a cabo, como cada año, actos oficiales y otros no tanto, en los que participaron gobernantes y los profesionales del quehacer periodístico con motivo de la celebración del Día de la Libertad de Expresión.
Como cada año nuevamente en los discursos se recurre constantemente a referir el papel del escritor mexicano Francisco Zarco en relación con la libertad de expresión, aunque poco se habla de quién fue este ilustre mexicano y cuáles fueron sus contribuciones para que aquélla quedara plasmada como uno de los derechos consagrados en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Francisco Zarco fue un político, periodista e historiador de la época de la Reforma. Nació en la ciudad de Durango en 1829 y murió en 1869. Sus estudios están basados en el auto didactismo, aunque estudió idiomas en el Colegio de Minas, Derecho, Teología y Ciencias Sociales; de cuyos conocimientos dio prueba en sus escritos y discursos.
Desde muy joven se mostró como escritor, orador y disertador. En 1847, en la ciudad de Querétaro, ocupó su primer cargo en el ministerio. Fue oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores en 1848. Se adhirió al Plan de Ayutla, y resultó electo diputado. En 1854 resultó electo diputado al Congreso General de Yucatán. En 1856 se disolvió la conocida Academia de San Juan de Letrán, en víspera de la Reforma, y los escritores más jóvenes se congregaron en El Liceo Mexicano. En ese año Zarco fue elegido al Congreso Constituyente, del que habría de ser uno de sus principales sostenes y su historiador.
En 1861, Juárez lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores y Jefe de Gabinete. Durante la intervención francesa, publicó en San Luis Potosí un periódico defensor de la República, que llamó: La Independencia Mexicana y en Saltillo: La Acción. Perseguido por los conservadores se refugia en Estados Unidos desde donde continúa su labor periodística.
Dice Manuel González Oropeza “La pasión de Francisco Zarco fue verdaderamente el escribir. Este oficio lo lleva a contribuir en múltiples periódicos editados en el país, algunos de los cuales fue fundador. Entre ellos podemos mencionar a El Álbum Mexicano (1849), El Demócrata (1850), La Ilustración Mexicana (1851), El Siglo Diez y nueve (1852), Las cosquillas (1852), El boletín clandestino (1859), La independencia mexicana (1863) y La Acción (1864)”
Su decisión por ejercer y defender la libertad de imprenta lo conduce, por lo menos tres veces, a las cárceles de México, en 1850, 1858 y 1861.
En un artículo publicado en El siglo Diez y Nueve, titulado “Libertad de Imprenta”, el escritor mexicano sintetiza su opinión en torno al tema y su propuesta para que sea considerada dentro de los derechos de los mexicanos en las leyes supremas del país.
Veamos algunas partes seleccionadas de este artículo:
“No hay acaso regla más segura para conocer la ilustración y el liberalismo de un gobierno, que la de las disposiciones que dicta en materia de imprenta. Si no teme el examen de sus actos; si desea sinceramente el bien público; si en vez de impedir la discusión, él mismo la provoca y la escucha, puede asegurarse con evidencia que no son sus tendencias las del despotismo. Si por el contrario, se afana por sofocar el pensamiento, poniendo trabas a la circulación de los periódicos, persiguiendo a los escritores, exigiendo fianzas, imponiendo multas, estableciendo la censura previa, no puede ya caber la menor duda de que aspira a un dominio tiránico y a una obediencia ciega.
“Cuando llegue la voz de que el país se constituya, y de que se expidan las leyes orgánicas en el Código Fundamental, seguramente se tomarán las medidas más acertadas para garantizar la libertad de imprenta, pero esa época está todavía lejana, y es por lo mismo imposible que se espere hasta entonces para llenar una exigencia pública, que no conciente demoras. Es preciso que desde ahora se reglamente ese derecho, aunque sea de manera provisional, pero es igualmente indispensable que no se coarte en términos indebidos, confundiendo el abuso con el uso, el desenfreno con la libertad.
“Por nuestra parte, explicaremos en cuatro palabras nuestras ideas en materia de imprenta. Queremos plena y absoluta libertad para que cada uno sostenga los principios políticos que profese; y si hay quien piense establecer periódicos en que se defienda la monarquía y el socialismo, lejos de pedir su supresión, alzaremos la voz para que se les deje subsistir. La discusión quedará abierta: a las malas doctrinas se opondrán las buenas, y el campo quedará por el que mejor causa sostenga.
“En suma, con excepción de lo que ataque a la religión, a la moral, a las buenas costumbres, y a la vida privada, todo lo demás debe ser permitido.
“No estamos por cauciones ni mucho menos por censura previa. Muy justo es que se castigue al que delinca; pero poner trabas al pensamiento sólo porque se puede delinquir, es acabar con toda libertad. Nada hay en el mundo que no debiera estar sujeto a la misma regla, si ella fuera admisible. Por último, consideramos indispensable el Jurado, que compuesto de personas de buen juicio y leales sentimientos, sirva a la vez de garantía al escritor y a la sociedad”. (El Siglo diez y nueve, México, viernes 5 de octubre de 1855. Núm. 2474, tomado de El Siglo diez y nueve de Francisco Zarco y su pensamiento constitucional, estudio introductoria y compilación de Manuel González Oropeza, México, UNAM, 1993, versión digitalizada)
Efectivamente, Francisco Zarco fue un hombre muy importante, porque sus ideas las llevó a la práctica y su propuesta finalmente quedó plasmada en la Constitución y hoy es un derecho del que gozamos los mexicanos, la lectura de su obra periodística, jurídica y literaria es insoslayable para el que se precie de querer conocer la Historia de México y defender las causas más justas del pueblo mexicano.

Publicado el 09 de junio de 2004

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